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Un trabajo de investigación localiza 60 relojes de sol en 33 pueblos del Jiloca (Teruel)

Un trabajo de investigación realizado por el profesor Ricardo Alonso Liarte y sus hijos, Joaquín e Inés Alonso, sobre los relojes de sol en la Comarca del Jiloca contabiliza casi 60 relojes repartidos en 33 municipios. Los relojes de sol que están en fachadas de ayuntamientos, iglesias, ermitas y casas particulares se encuentran en buena parte en mal estado de conservación, cuando no inservibles. Pese al estado de abandono de este patrimonio cultural popular, se está produciendo, por contra, un pequeño renacimiento de los relojes de sol con finalidad de ornamentación en casas y centros públicos. Los investigadores del trabajo reclaman medidas de conservación para no perder los relojes de sol existentes, algunos de ellos muy valiosos, como el de Ojos Negros, que data de 1617 o la curiosidad de los cuatro que hay en una chimenea en Torre los Negros.

Este trabajo se ha publicado en el número 28 de Cuadernos de Etnología, que edita el Centro de Estudios del Jiloca, que se presentó ayer en la localidad de Villafranca del Campo.

El autor del estudio y profesor de matemáticas del instituto Salvador Victoria de Monreal del Campo, Ricardo Alonso, manifestó que desde hacía muchos años tenía curiosidad por los relojes de sol a los que hacía fotografías, pero que no fue hasta el pasado verano cuando se puso a realizar la investigación junto con sus hijos Joaquín e Inés. "Empezamos a realizar rutas para localizar este patrimonio olvidado, que son los relojes de sol. Nos centramos en la Comarca del Jiloca y hemos encontrado casi 60 relojes de sol repartidos entre 33 pueblos".

Ricardo Alonso recordó la gran función que hacían estos dispostivos en la organización de la vida de la gente y lo complicado que es hacer un reloj de sol exacto, además de saber leerlos bien.

En el trabajo, los investigadores recogen que "hasta bien entrado el siglo XX no comenzó a extenderse de manera cotidiana entre las gentes de los pueblos el uso de relojes de bolsillo o de pulsera. El reloj era un bien de lujo y no era cuestión de ir por el campo y entre el ganado con artículos caros. Por tanto, para organizar el día, para saber la hora, había que tener otras referencias. Una de ellas era el reloj de la torre, aunque exigía mantenimiento y no siempre funcionaba con precisión". Así que se recurría de manera cotidiana a lo aprendido con años y años de observación: el comportamiento de las sombras que produce el sol. "Muchas personas con las que hemos hablado al preparar este trabajo nos comentaban que se regían por el momento en que la sombra cubría tal o cual trozo de monte o al revés, cuando el sol daba por completo en algún peñasco concreto; otras veces el elemento observado era una determinada piedra de la fachada de la iglesia, unos adornos o la campana de la torre", explicó Alonso. De esta manera sabían calcular el mediodía, el momento en el que el sol está más alto, el de la comida y el descanso. "La traslación al estudio del discurrir de la sombra de un palo a lo largo del día y de los días permitió encontrar una manera de contar el día y ofreció un instrumento que lo hacía, el reloj del sol", añadió.

Matemáticas y astronomía

En el trabajo de investigación de la familia Alonso Jauregui se expone que "el reloj de sol es un logro científico, no es un elemento de arte popular. En su construcción intervienen las matemáticas y la astronomía. Aunque su apariencia es sencilla, (solo necesita, en la mayor parte de las versiones, un palo y una pared), la colocación de esta varilla en la pared y el dibujo preciso de las líneas que dan las horas, no es una tarea simple".

Un reloj de sol consta de dos elementos básicos: una varilla que produce una sombra, llamada estilete o gnomon y una superficie sobre la que proyectar dicha sombra, el cuadrante. Normalmente esta superficie suele ser la pared de un edificio, aunque hemos encontrado relojes en los que era el suelo o un semicilindro. Existen otros relojes que no tienen estilete, (relojes polares cilíndricos), que tienen el gnomon perpendicular a la pared o aquellos en los que el estilete es la propia persona (analemáticos). De estos también hay ejemplos en la Comarca del Jiloca.

Lectura

Ricardo Alonso incidió que leer un reloj de sol no es sencillo, ya que la hora que marca un reloj de sol no se corresponde con la hora del reloj de pulsera. Uno mide la hora solar y otro la hora oficial. "La hora solar es la hora que marca el reloj de sol en el lugar, y es la misma para todos los puntos del mismo meridiano... El día solar verdadero y el día solar medio tienen un desfase que oscila en una media hora a lo largo del año. Este desajuste lo recoge la llamada Ecuación del tiempo...". explicó. En definitiva, a la hora solar verdadera hay que efectuarle tres ajustes: el de la ecuación del tiempo, la corrección por longitud y el del horario de invierno o verano.

En el trabajo de investigación sobre los relojes de sol de la Comarca del Jiloca, la familia Alonso Jauregui ha contabilizado casi 60 relojes repartidos en 33 municipios. La colección completa se encuentra disponible, documentada con fotografías y datos en la voz "Reloj del sol" en Xilocapedia del Centro de Estudios del Jiloca.

En el estudio hay relojes polares, que pasan más desaparecidos por su forma poco conocida, medio cilindro cuyo plano superior es paralelo al eje terrestre. No tienen estilete y la hora se lee en la superficie interior curva. Uno de este tipo de relojes, fechada en 1762, se encuentra en la esquina sur de la iglesia parroquial de Cutanda. El otro está en Villafranca del Campo, en una casa solariega al lado del Ayuntamiento y que se ve en la portada de la publicación.

1617

Otros relojes están realizados sobre un bloque de piedra que sirve de soporte para alojar varios relojes simultáneamente. El de Villar del Salz se encuentra en el tejado de una casa solariega y el de Ojos Negros en el Ayuntamiento, prácticamente encima de la puerta de entrada. El de Ojos Negros está fechado en 1617 y es uno triple, al contener un reloj polar. Este reloj por las modificaciones que se han hecho en la fachada está destrozado.

El artículo también explica que en El Poyo del Cid y en Lechago hay relojes dobles de características similares en cuanto a su diseño. "El que está orientado al sol de mañana tiene horas hasta las 12 del mediodía. Sin embargo, los que están orientados hacia la tarde tienen un diseño distinto pues, mientras uno solo marca horas desde el mediodía, el otro señala alguna más. Otro par de relojes dobles se encuentran en la Iglesia de Barrachina y en el Ayuntamiento de Villafranca del Campo. En los dos casos los relojes orientados al sol de mañana tienen el estilete en forma de grapa, mientras que los de la tarde mantienen la varilla de un apoyo. Uno de ellos tiene forma circular y el otro cuadrada. Ambos son del siglo XIX, tal como lo indican las inscripciones con la fecha que se pueden leer: el de Barrachina en 1898 y el de Villafranca en 1883.

Uno de los relojes de sol colocado en un lugar poco usual está en Torre los Negros, en el corral de una casa particular. Hay cuatro en una chimenea, dos en cada una de las caras que dan al sureste y suroeste. Hay otro ejemplo en Bañón, donde se pueden ver las líneas de un reloj semicircular en la fuente renacentista de la entrada del pueblo. Es curioso porque no está trazado sobre una superficie plana sino que el punto de inserción del estilete, que ya no existe, se encuentra justo en la parte interior de una esquina.

Ejemplo de diseños parecidos lo constituyen los relojes circulares. "Al de la Iglesia de Barrachina se une otro en la misma localidad y uno más en Cosa, este con la peculiaridad de que tiene otro encima, achatado, al que se le añadieron líneas en algún repintado. Ambos de la primera mitad del siglo XX según se puede leer en las inscripciones que lucen", según la publicación etnográfica.

Los investigadores señalan que lamentablemente en algunos lugares prácticamente no quedan restos de los relojes que hubo, como es el caso de los situados en la ermita del Santo Sepulcro y en la fachada de la iglesia de Monforte de Moyuela, de los que sólo sobrevive el estilete.

Los arreglos de fachadas han hecho desaparecer los relojes que albergaban, como ha ocurrido en Cosa con un reloj doble similar al que se encuentra en la Casa Ferreruela de esa misma localidad, y en Bueña. En Barrachina y Lechago los edificios que tenían los relojes han sido derruidos. Lo mismo ocurrió en Torre los Negros, aunque el reloj se mantiene en una de las paredes que todavía quedan en pie.

En este principio del siglo XXI se han colocado otros relojes nuevos. Además de los que meramente tienen una función decorativa, los hay bien trazados y orientados. De los primeros se pueden ver en Bádenas, Bañón, Burbáguena, San Martín del Río, Ferreruela de Huerva y Ojos Negros. Algunos ejemplos de los segundos los tenemos en Allueva, Monreal del Campo, Fuentes Claras, Luco de Jiloca y Corbatón.

Fuente: Diario de Teruel

 

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